Después de tantos días me vuelve a parecer difícil esto de estar añadiendo fotos y demás, en unos días volveré a estar al 100%... he llegado agotada de tanta caminata y de ir en bici, porque allí todo el mundo va en bici, así que decidí que a pesar de mi falta absoluta de equilibrio yo no iba a ser menos ( a punto estuve en varias ocasiones de darme una buena torta). Agotada y todo, allá voy.
Los días en Berlín fueron fantásticos; hubo buen tiempo (unos 10 grados de media) y hasta salió el sol alguna vez, novedad total para mí, que sólo había visto la ciudad a 20 grados bajo cero.
Finalmente no pude hacer todo lo que tenía planeado, normal, ¿no?, así que me conformé con lo que me iba surgiendo al paso. Vi muchas tiendas vintage, aunque allí hay un poco de todo y la mayoría de las tiendas mezclan vintage y second hand sin miramientos. La cultura del reciclaje está tan extendida que para atraer a los escépticos no necesitan que las tiendas de vintage estés llenas de lacitos y carteles antiguos, como sucede en España, sino que cualquier nave o tienda de deprimentes paredes blancas es ideal para vender preciosos vestidos de los 50... sólo hay que tener buen ojo y saber buscar durante horas. ( y cuando digo horas lo digo por algo)
En general los precios son buenos, los vestidos pueden oscilar entre 20 y 50 euros, pero existe una cosa maravillosa que se llama happy hour, y no me refiero a que te den dos cervezas en lugar de una, sino a que un día de la semana, entre las 11 y las 13 horas, todo lo que cuelga en la tienda está al 50% de descuento!!! Vamos, para que le dé un ataque a la más cuerda.
Hay dos enormes y muy conocidas: Garage y Colours Kleidermart, ambas de la misma compañía. Son tiendas enormes en las que si vas con patines te dará tiempo a verlo todo... (yo no tenía). Y en la que la ropa se divide entre precio en etiqueta y en precio al peso. El kilo cuesta 13,99 euros, así que me llegué a comprar algún vestido de gasa por la absurda cantidad de 2,75 euros!!! Por toda la tienda hay pesas para que calcules el precio de las prendas. Había de todo: zapatos, bolsos, carteras, mochilas, vestidos de noche y día, leggins, camisas de los 70... una auténtica locura. Yo ya entré con taquicardia a la tienda porque desde un primer momento me dí cuenta de que aquello iba a ser una tarea imposible, así que me puse cómoda, y comencé a correr por toda la tienda como si me hubiesen soltado del manicomio aquella misma mañana, menos mal que no me entendían, porque entonces sí que se hubiesen partido de risa...
Lo "peor" vino con la dichosita happy hour que debió inventarse algún torturador alemán con ganas de vernos con cara de angustia mientras nos probamos ropa a la velocidad del rayo y salimos del probados medio desnudas... Yo no daba abasto, entraba y salí del dichoso probador (los espejos estaban puestos fuera a mala leche, seguro) con la ropa a medio poner y mirando el reloj que estaba estratégicamente colocado en una columna lejos de los probadores (lo tienen todo calculado...)... pedía la hora a gritos a mi acompañante que me miraba con cara de horror pensando -a esta le va a dar un patatús de un momento a otro-. Yo a lo mío, poniéndome vestidos encima de mis baggy jeans (fantásticos para caminar 8 kilómetros diarios, lo juro), saliendo con las camisas a medio abotonar, luciendo mi sujetador de Felina y con los pelos como si me acabara de levantar de resaca... vamos, un numerito digno de haber sido grabado en vídeo. Qué pena...
Sé que la calidad de las fotos es pésima (lo siento, prometo hacerles fotos decentes y postearlas), pero con el ataque de nervios que tenía, milagro que sabía sacar la cámara de su funda... Éste es de lo 80, en punto de seda con estampado pata de gallo en fucsia y con aberturas laterales tanto en las mangas (de farol) como en la falda...
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